domingo, 31 de marzo de 2013

Una milla desde dentro

Hoy tocaba rematar la primera gran semana de entreno y tocaba hacerlo dandole un buen alegrón a las piernas. Empiezan a acumularse los kilómetros de nuevo y el cuerpo va entonándose poco a poco.

La milla urbana de Avilés marca un año más el comienzo de la temporada de millas de primavera y, como siempre, fue una competición preciosa; tanto para el que la ve como para el que la corre.

Hoy me ocurrió algo que pocas veces sucede, pues me tocó ser un espectador más de mi propia carrera. Una experiencia curiosa.

Hay carreras en las que todo pasa sin darte cuenta y otras, como la de hoy, en que serías capaz de relatar cada metro, cada sensación, cada cambio como si todo se hubiera ido grabado en la caja negra de tu cerebro.

La calle de la Cámara estaba preciosa, tan llena de gente que desde el punto más alto del circuito el asfaldo desaparecía entre las cabezas. El sol aguantaba ajeno a los pronósticos de lluvia. Y yo...yo estaba muy nervioso.

Cada vez me cuesta más digerir el café precompetición. Me he desacostumbrado a la cafeína y a la leche de vaca; y me deja un sabor de boca y una sensación de estómago un tanto incómoda (nota mental: se acabaron los cafés precompeti). Con ese malestar, que se sumaba a la angustia generada por mis nervios, situé mi pie izquierdo tras la línea de salida. Y sonó el disparo.

Con él se acaba y empieza todo. Las dudas, los miedos y los dolores se disipan cual bandada de pájaros espantados por el estruendo de la pistola. Se han ido, ya no importan; sólo estáis tú y la forma en que quieres afrontar cada una de esos obstáculos. Empieza la fiesta por la que llevas esperando toda la semana.

Cojo la cabeza rápidamente para afrontar sin problemas la primera curva. No hay nada comparable al arreón tras un giro de 180 grados en una milla urbana. Puede ser tu tumba o tu trampolín hacia el éxito. Sigo sin saber darlas bien cuando no voy en cabeza, así que me agarro al semáforo y rezo a los dioses para que todo salga bien. El esperado cambio postgiro cae como una bomba, la única respuesta posible es bajar la cabeza y reubicarse, mis piernas responden y eso da subidón. Le cojo la espalda a Higuero y Fernando Lorenzo. La carrera parece lanzada pero se frena. Estoy ya instalado en los primeros puestos y de ahí no voy a salir. Sin querer me coloco el primero, eso me ayuda a encarar el segundo "semaforazo" en la mejor posición. Trato de hacer daño cambiando fuerte tras el giro. Es ahí donde noto el peso de todos y cada uno de los entrenos de esta semana, no hay chispa, ni frescura, pero hay que correr con ese lastre para que cuando te quites la mochila todo sea más sencillo.

Higuero aprovecha mi arreón para lanzar su ataque, el señor Lorenzo le sigue. Esta espalda es la mía, de aquí hasta el final sin ceder un metro...¡¡¡Otro parón!!!

-Vaya hombre, ahora que esto iba lanzado.-
-Que rica está tu espalda Fernando.-
-Bajate de ahí que no estoy para cargar a nadie.-
- ¡¿Y esos que nos pasan por los lados?!-

Sin comerlo ni beberlo me veo el quinto, la campana suena y en un prapadeo encarando el "semaforo mortal". Doy tres pasos caminando antes de girar mientras veo a Aitor saliendo como un resorte por el otro lado de la calle. Ahora si que no queda otra que meter todo el desarrollo y no mirar atrás. Las TypeA se agarran al asfalto ayudándome a escalar la cuesta de law iglesia, que se ha ido empinando con el paso de las vueltas. Higuero y Alonso se van por delante a reeditar el podium del nacional de 3000. Hago cima mano a mano con Edu Suárez. Un ochocentista es mal compañero para encarar el sprint final. Me lanzo a tumba abierta calle abajo, siento que las patas van a salirse de su sitio de un momento a otro. Edu acusa los metros que pasan de los 800 que él domina, mientras Aitor agradece cada uno de los que faltan para su querido 5000; y se mantiene sin cederme un centímetro de esperanza.

Mantengo la tensión hasta la raya azul que pone fin a la grabación y, en el día del bollo, me llevo el chocolate. "Feliz pero no contento", que diría mi primo inglés. "Todo suma León", que diría el ganador de hoy.

Y mañana...pues mañana más, mucho más. Y que mis ojos lo vean y lo guarden.

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