Hace ya unos años que no respondo
a esta descripción. Abandoné la capital dejando atrás algunos sueños rotos,
pero con la convicción de que aquel aparente paso atrás era tan solo para coger
impulso. Ahora sé que era el paso que necesitaba dar. Todo tiene sentido visto
desde la perspectiva del tiempo. Y todo me ha llevado a este momento dulce de
mi vida en el que todo parece estar en su sitio.
Desde esa misma perspectiva
temporal, comprendo que la derrota del año pasado en la San Silvestre gijonesa
fue un mal necesario. Constituyó la liberación de un peso que no debía existir.
La carrera que más alegrías me había dado, la que corría por puro divertimento
y en la que era capaz de dar lo mejor de mí, se había convertido en un trámite
incómodo que había que superar. Ganar ya no era una alegría, sino un alivio. Y
eso me estaba llevando irremediablemente hacia el precipicio. No supe parar a
tiempo y pasó lo que tenía que pasar. Perdí, justamente y con estrépito.
Parece una locura hablar así de
una prueba de carácter popular. Pero todos los que estamos en este mundillo, y
hemos vivido lo que una San Silvestre representa a nivel social, sabemos que es
un caso excepcional, que es algo más que una simple carrera popular.
Cuando crucé la meta tras Dani
Bayón, hace un año, me prometí que no volvería a correr en Gijón hasta que
tuviese la misma ilusión por ganar la carrera que el primer día. Le debía ese
respeto a la carrera que tanto me había dado; pero sobre todo, me debía ese
respeto a mí mismo.
El problema se plantea cuando
tienes que escoger que hacer el día 31 de Diciembre. Eres corredor y tu cuerpo
te pide que ese día salgas a correr con un dorsal para despedir el año. Para mí la respuesta estaba clara. Llevo más
de una década participando en la segunda San Silvestre más antigua e importante
de España. La única opción es dar un paso más y tomar la salida de la madre de
todas las San Silvestres, la Vallecana.
48 ediciones, casi 40.000
participantes y 10 kilómetros tan duros como rápidos, son las cifras que avalan
la candidatura de esta carrera para ser la mejor de cuantas pruebas de asfalto
se disputan en nuestro país.
Será mi primer fin de año lejos
de casa, lejos de los míos. Pero no podría haber mejor motivo para ello que
correr y disfrutar de las calles de Madrid, en estos momentos aún repletas de
coches, en menos de 10 horas a mi entera disposición. Será una experiencia
genial y podréis verla a partir de las 20 horas en Telemadrid.
Disfrutad de vuestra San Silvestre
particular. Os deseo un muy feliz fin de año. Y del Año Nuevo…hablaremos
mañana.